viernes, 22 de noviembre de 2013

Sufrir es crecer ...

Wolfgang Amadeus, periodista partidario del CS Beethoven.

Anoche los campos de juego no vieron la rojinegra del CS Beethoven flamear, pero eso no quita que haya pasado algo importante. Sabrán perdonar mis queridos lectores. Digo esto porque hay heridas tan inesperadas, tan imprevisibles, tan sorpresivas que exceden los límites del enojo, del dolor y de la desilusión. Uno se fue preparando para muchas cosas, pero algunas traiciones no estaban en el libreto de este cruel juego que es la vida. Sobre eso quiero hablar.

El CS Beethoven, glorioso, amado, odiado y envidiado vive desde 1993, como el mismísimo torneo. Si bien se fue renovando en cuanto a sus integrantes, las piezas fundamentales se mantuvieron inmutables, inamovibles … perpetuas. Esos ladrillos fundacionales son los que mantienen unida la amalgama de almas que formas esta institución.

Lo que me tocó vivir anoche, cuando fui a cubrir la tercera fecha del Torneo, fue que presencié como uno de estos ladrillos fue arrancado del muro de mi corazón. Sin piedad, sin previo aviso, sin motivos. La ironía de la situación hizo que el equipo que ahora lo aloja se vista de luto ante tremenda traición, como si supiesen la gravedad de los hechos, o como si vivieran su propio velorio de equipo rejuntado. Como en toda bolsa de gatos, tarde o temprano empiezan los arañazos.

A pesar del dolor me puse a buscar explicaciones, tratando tozudamente de justificar los injustificable. Fue entonces que me perpejla mente empezó a navegar sin rumbo entre motivos futbolísticos. Pero al verlo paradito de suplente, en la cola de espera mendigando segundos en cancha, esa opción fue tachada. Quizás lo futbolístico tenga su peso, al haber jugadores de muy buen pie en su nuevo hogar. Sin embargo la derrota que le fue propinada no deja muy bien parado al team.

Fue entonces, y para concluir, que pensé que quizás el errado era yo. Quizás siempre lo quiso, siempre envidió al multicampeón Chotacabras y ahora le alcanza con migajas de galletas húmedas. Quizás cuando decía que llevaba en el corazón los colores rojinegros, por dentro su corazón palpitaba por otros.

Ya habrán entendido que hablo del Sr. Di Polito. Digo así porque “Garufa” ha muerto para mi y, a partir de ahora, será simplemente Sr. Di Polito. Este joven supo ser el goleador histórico del Beethoven, fundador junto con Carpincho Allub y Olivetto Bordoli.

En ese momento me puse a buscar fotos viejas, como impulso masoquista de quien no quiere aceptar los que sus ojos le evidencian. Encontré inmortalizada la formación del 2010 y, al ver lo que veían mis esferas oculares, me quedé helado. El índice derecho no encontró fuerzas para hacer click y agrandar la imagen, porque verlo a él, ahi agachadito a la izquierda, vestido a azul, casi con ganas de irse de la foto, generó repentinamente en mi una catarata de cabos que se ataron. Hubiese preferido no haberlo hecho.




Como dije al principio, hay heridas que duelen tanto que no sanarán jamás y no hay explicaciones que puedan consolarlas. Él sabrá por qué lo hizo.

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